segunda-feira, 14 de fevereiro de 2011

Uma Esperanza entre muitas / Una Esperanza entre muchas

Os antepassados de Esperanza praticavam muitos ritos. Eram indígenas genuínos, daqueles que nasceram na terra “mexica” e dela tiravam seu sustento.
Tinham suas práticas religiosas, adorando o céu e as estrelas, e sempre se casavam entre si. O jovem índio, em tempo de formar novo núcleo familiar, escolhia sua esposa e agradecido dava à família de sua eleita um dote pelo "presente" recebido. Era tudo natural; eram rituais preservados através de muitas gerações.
O tempo passou e a aldeia foi alcançada pela "civilização". Os índios perderam terras, pararam de plantar e a fome também chegou.
Mas na montanha de Guerrero existe um reduto indígena teimosamente fincado. Lá também vive Esperanza, uma indiazinha que conhece os ritos de sua gente. Talvez não concorde mais com eles, talvez faça comparações entre os hábitos do homem branco e o de seu povo. Talvez sonhe com uma vida melhor ou quem sabe um dia tenha desejado ser branca. Ou ainda quisesse ser índia, mas com privilégios de mulher branca. Que sonhos sonharia uma adolescente de 14 anos de idade? Que planos teria para que pudesse sair da pobreza em que nasceu mergulhada? Ninguém lhe perguntou.
O homem branco estava lá, bem pertinho, e este se interessou pelas indiazinhas vizinhas. Assim, o que era uma tradição ancestral, passou a ser um negócio, e os homens "civilizados" passaram a oferecer dinheiro, em forma de dote, pelas jovens índias.
Esperanza foi vendida ao proprietário de alguma terra perto da aldeia. "Um presente" para seu filho de 15 anos, surdo e mudo, pensou o fazendeiro.
Esperanza deixou sua comunidade. A menina índia foi recebida por seu novo dono, o menino branco.
Depois de um tempo, Esperanza ficou grávida e voltou para o seu povo. Só, sem ajuda, e com um filho pra criar. Um pequeno, que metade índio, metade branco, pode contar apenas com sua jovem mãe, a índia Esperanza.

* Está em discussão no Congresso Mexicano uma proposta para que se penalize responsáveis por casamentos forçados a 18 anos de prisão.


UNA ESPERANZA ENTRE MUCHAS

Los antepasados de Esperanza practicaban varios rituales. Eran indígenas genuinos, de aquellos que nacieron en la tierra mexica y de ella ganaban su sustento.
Tenían sus prácticas religiosas, adoraban el cielo y las estrellas y siempre se casaban entre si mismos. El joven indígena, a tiempo de formar su nuevo núcleo familiar, escogía a su esposa y agradecido, daba a la familia de su electa una dote por el "regalo" recibido. Era todo natural; eran rituales preservados a través de muchas generaciones.
El tiempo transcurrió y la aldea fue alcanzada por la "civilización". Los indígenas perdieron sus tierras, dejaron de sembrar y el hambre también les llegó.
Pero en la montaña de Guerrero existe todavía un reducto indígena tercamente clavado. Allá también vive Esperanza, una indigenita que conoce los rituales de su gente. Tal vez no esté más de acuerdo con ellos, tal vez haga comparaciones entre las costumbres del hombre blanco y las de su pueblo. Tal vez sueñe con una vida mejor o quién sabe un día ha deseado ser blanca. O aún quisiera ser indígena, pero con privilegios de mujer blanca. Que sueños sueña una adolescente de 14 años de edad? Que planes tendría para poder salir de la pobreza en la que nació sumergida? Nadie le preguntó.
El hombre blanco estaba allá, bien cerquita y él se interesó por las vecinas indigenitas. Así lo que era una tradición ancestral pasó a ser un negocio y los hombres "civilizados" pasaron a ofrecer dinero, en forma de dote, por las jóvenes indígenas.
Esperanza fue vendida al propietario de alguna tierra cerca de la aldea. "Un regalo" para su hijo de 15 años, sordomudo, pensó el hacendero.
Esperanza dejó su comunidad. La niña indígena fue recibida por su nuevo dueño, el niño blanco.
Después de un tiempo, Esperanza se quedó embarazada y regresó a su pueblo. Sola, sin ayuda, y con un hijo para criar. Un pequeño, que mitad indígena, mitad blanco, cuenta apenas con su joven madre, la indígena Esperanza.

 * Está en discusión en el Congreso Mexicano una propuesta para que sean penalizados con 18 años de prisión los responsables por matrimonios forzados.
Revisión en español: Aida Haces

Nenhum comentário:

Postar um comentário

Deixe seu comentário.