quinta-feira, 10 de fevereiro de 2011

Sanjuaneros / Sanjuaneros

"Sanjuanero" é aquele devoto que anda quilômetros pra chegar ao santuário de San Juan de los Lagos. Ali veneram a uma Nossa Senhora de San Juan, a Mãe Milagrosa.
Não importa a distância, importa o sacrifício: os pés machucados, o sangue, a fome, a sede, a oferenda.
É no final de janeiro que eles seguem, como um grande cordão humano, as estradas que levam a San Juan.
São muitos. São centenas. São milhares.
Alguns vão de bicicleta. Há carros que carregam imagens da santa. Caminhões pequenos acompanham a marcha para socorrer a quem necessite.
Jovens, crianças, velhos, homens e mulheres, de todas as idades. A maioria é pobre, mas o rico não é exceção. Tudo depende da fé. É um ato de fé que espera pelo milagre, ou agradece a imerecida graça já recebida, seja ela qual for.
Don Pepe carregava uma folha de cactus amarrada ao peito e outra amarrada às costas. Era um sanduíche de espinhos. Um homem em sacrifício divino.
- "Por que o senhor faz isso, Don Pepe?"
- "Ela merece, minha filha. Eu sou apenas um pecador necessitado de graça", responde.
E o cordão continua, vai chegando a passos cada vez mais lentos ao altar sagrado.

SANJUANEROS

"Sanjuanero" es  aquel devoto que camina kilómetros hacia el  santuario de San Juan de los Lagos. Allá veneran a una Nuestra Señora de San Juan, la Madre Milagrosa.
No importa la distancia,  importa el sacrificio: los pies maltratados, la sangre, el hambre, la sed, la ofrenda.
Es a finales de enero que ellos caminan, como un gran cordón humano, las carreteras que llevan a San Juan.
Son muchos. Son cientos. Son miles.
Algunos van en bicicleta. Hay coches que cargan imágenes de la santa. Pequeños camiones acompañan a la marcha para auxiliar a quién los necesite.
Jóvenes, niños, ancianos, hombres y mujeres, de todas las edades. La mayoría es pobre, pero el rico no es excepción. Todo depende de la fe. Es un acto de fe que espera por el milagro, o agradece a la inmerecida gracia ya recibida, sea ella cual sea.
Don Pepe cargaba una hoja de cactus amarrada al pecho y otra amarrada a las espaldas. Era un sándwich de espinos.
- "Por que usted hace eso, Don Pepe?"
- "Ella se lo merece, mi hija". Yo soy a penas un pecador necesitado de gracia", contestó.
Y el cordón continúa, va llegando a pasos cada vez más lentos hacía el altar sagrado.
*Revisión en español: Aida Haces

Nenhum comentário:

Postar um comentário

Deixe seu comentário.