quinta-feira, 2 de agosto de 2012

De Pachuli

Cuando las emociones se encuentran a flor de la piel, en hora de partir o de llegar, es porque el corazón se quedó abierto. Fue así que mi amiga Pachuli hizo gotear sobre el papel las palabras que sonaban nuestra amistad tejida entre libros y letras. Le di de regalo mi maceta con la Dama de Noche, mi flor preferida, aquella que exhala sueños a través de sus olores, y ella, con su talento brillante me regalo la poesía, el cuento que dejo aquí enmarcado, como un recuerdo a más de lo que me dio México y mi amiga mezzo mexicana.


Sólo del aire
Pachuli

La dama de noche te extraña.
Ha decidido llorar en lugar de oler.
Anoche, miles de pensamientos trepaban por mi cama, estaba decidiendo si enumerarlos ó salir al jardín a tachar estrellas, cuando un tenue sollozo me llevó justo a los pies de la que antes era tu planta. No le dio pena temblar delante de mi, ni se molestó en tratar de retener las hojas que caían desahuciadas en la maceta , que tan bien se veía en tu comedor. Lloraba hipando desconsolada, hasta que se decidió hablar con esa vocecita entre noble y mandona que solo utiliza una Queen of de night.
- No veo las grandes ventanas que como ojos del viento me reflejaban una ciudad de León desconocida para mi, ni escucho la voz de la Brasileña, me cantaba bonito un triste y melancólico bossa-nova que abría el camino para llevarla de vuelta a casa. En sus ojos bailaban lagrimas vestidas de saudades por una tierra que no veía, y que extrañaba, llorábamos juntas porque las dos habíamos sido desterradas y la luna nos obligaba a buscar otro cielo que no era el mismo que nos tocaba. Yo la sentía tan apenada que hacia brotar flores para ella, flores perfumadas de recuerdos de su país y ella cerraba los ojos y se mentía pisando calles llenas de voces portuguesas, de olores de panes de azúcar, de feijoada y brigadeiros, brindábamos con caipirinha, armábamos una gran fiesta llena de samba y verde amarelo.
Pero los ojos no mienten y los espejismos se disipan con el viento de un León sediento donde el color verde se oxida de tanto esperar una lluvia que no llega. Ella regresaba a Gran jardín y yo a la maceta en la sala.
- Te entiendo Huele de noche, porque yo también extraño a Claudiña.
Porque mis silencios encontraron su voz.
Todavía la escucho: escribe amiga, escribe.
Yo no le hacia caso pero me gustaba el sonido de esas palabras.
Me dejaban surcos en el alma.
Estos se fueron llenando de sentimientos incontrolables.
Empezaron atestar páginas.
Y juntas reconocimos nuestras historias.
Las de ella de un país lejano.
Las mías eran cuentos donde ella existía.
Vi con sus ojos.
Ella vio con los míos.
Juntas jugábamos.
Al escritor.
Al lector.
Ahora se ha ido, y mis palabras se han quedado sin eco.
La dama e yo pasamos el resto de la noche hablando de ti amiga, me pidió que la perdones, para ella el cielo esta desteñido, sus ramas ya no te alcanzan, sus raíces no encuentran su tierra. Poco a poco se va marchitando.
He decidido comprar una novia del viento, ellas florecen en los peores tiempos, no tienen raíces, son como Leonora, como tu Claudiña, de aquí de allá, de nadie, sólo del aire.

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